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Lecturas del Domingo 15º del Tiempo Ordinario - Ciclo ADomingo, 12 de julio de 2020

MONICIÓN DE ENTRADA

Nos encontramos en el décimo quinto domingo del tiempo ordinario. Las lecturas de hoy nos invitan a meditar sobre la eficacia de la Palabra de Dios en nuestra vida y; al mismo tiempo, nos brindan la ocasión de reflexionar sobre las parábolas del reino de Dios en labios de Jesús. No podemos conformarnos con solamente escuchar la Palabra de Dios, sino que debemos entenderla. No basta con recibirla con alegría, sino que ella debe llegar a lo más profundo del corazón y moldearnos según la voluntad de Dios. A nosotros nos toca ser terreno fértil en el que la voluntad de Dios se pueda cumplir y la eficacia de la Palabra pueda manifestarse.

 

MONICIÓN PRIMERA LECTURA: Isaías 55, 10-11

"La Palabra de Dios, eficaz como la lluvia y la nieve"

Créanme, parece decirnos el Señor, a través del profeta Isaías. Mi palabra es eficaz. Como la lluvia que baja del cielo no vuelve a Él sin antes empapar y fecundar la tierra, así mi Palabra no vuelve a mí sin cumplir su cometido. La Palabra de Dios es su plan de salvación. Nosotros sabemos que la Eucaristía es esa palabra bajada del cielo, salida de Dios y ofrecida en sacrificio a cuantos en esta vida tienen hambre y sed de justicia, de amor y hambre y sed de Dios.

Lectura del libro de Isaías.

Esto dice el Señor:

«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo».

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales.

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Así preparas la tierra.
Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes.

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría.

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

 

MONICIÓN SEGUNDA LECTURA: Romanos 8, 18-23:

"La creación, expectante aguarda su liberación"

San Pablo, en su carta a los romanos nos dice: "que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá". Si nos creemos esto pondremos de nuestra parte para no ser terreno pedregoso y pediremos insistentemente al Señor que nos ayuda a entender y vivir su Palabra y aceptarla para llegar a ser verdaderamente hijos suyos.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos

Hermanos:

Considero que los sufrimientos de ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos manifestará. Porque la creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios; en efecto, la creación fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por aquel que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Porque sabemos que hasta hoy toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto.

Y no solo eso, sino que también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo.

Palabra de Dios.

 

MONICIÓN AL EVANGELIO: San Mateo 13, 1-23:

"La Parábola del sembrador"

Las parábolas en labios de Jesús son comparaciones o imágenes destinadas a ilustrar una idea o enseñanza, en concreto sobre el reino de Dios. Contienen "los secretos del reino de Dios", según la respuesta de Cristo a sus discípulos, que san Mateo nos presenta en el Evangelio de hoy. A continuación escucharemos la parábola del sembrador, la cual se explica por sí misma, por tanto presten mucha atención a la Buena Noticia de hoy.

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló muchas cosas en parábolas:

«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.

El que tenga oídos, que oiga».

Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:

«Por qué les hablas en parábolas?».

Él les contestó:

«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no.

Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:

“Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure”.

Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.

Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador: si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.

Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe.

Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril.
Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno».

 

HOMILÍA

Érase una madre que tenía tres hijos. Cuando se fueron a la universidad les regaló una planta para que alegrara sus habitaciones. Al final del curso fue a ayudarles a recoger sus cosas. En la habitación del hijo mayor, la maceta sin planta estaba en un rincón. La tierra estaba cubierta de chicles. ¿Qué le ha pasado a la planta?, le preguntó la madre. Me olvidé de sacarla de la caja y cuando lo hice ya estaba muerta.

Cuando fue a recoger al segundo hijo, la planta estaba en una estantería. Sólo había dos palitos secos clavados en la tierra. ¿Eso es todo lo que queda de la planta?, le preguntó la madre. Oh, no quería que lo vieras. La planta estuvo muy hermosa hasta el día de Acción de Gracias. Después vinieron los trabajos, las fiestas y me olvidé de regarla.

Finalmente fue a ver a su tercer hijo. Y, oh sorpresa, la planta estaba verde y hermosa.

Tú no mataste la planta, dijo la madre.

Claro que no. La planta me recordaba tu amor y yo sabía que tú quieres que la riegue y la cuide. La he regado todos los días y como puedes ver ha crecido mucho.

"Tú no mataste la planta".

¿Se imaginan la alegría de la madre al ver que, al menos, uno de sus hijos había sido fiel a su amor y la había cuidado?

Hoy, Jesús nos ha contado una historia parecida. La historia del sembrador. La historia de una semilla. ¿Quién es el sembrador? Jesús.

¿Cuál es la semilla sembrada? La Palabra de Dios.

¿Cuál es la tierra sembrada? El corazón.

 Jesús se pasó la vida sembrando incansablemente el amor de Dios, la semilla del Reino, de la paz y del perdón. Y sembró todos los corazones.

Hoy sigue sembrando nuestros corazones con su Palabra a través del Espíritu Santo y de la Iglesia.

En este mundo lleno de palabras y anuncios comerciales, todos quieren vendernos algo.

Tenemos que alegrarnos porque Jesús, el sembrador, no viene a vendernos nada, no viene a hacer anuncios de coches o a ofrecernos unas fantásticas vacaciones. Viene a plantar la semilla del amor en el corazón. Y nos alegramos porque esta semilla ha dado y sigue dando frutos de salvación.

La Palabra de Jesús no es una palabra como la suya o la mía, es una palabra eficaz, de amor, una palabra que se hace silencio en la cruz y nos riega con sangre. Y desde entonces no todo es malo en el mundo, no hay dominio absoluto de los ídolos.

Decía el domingo pasado que la casa del evangelio, de la palabra, el terreno para acoger la semilla no es la cabeza, es el corazón.

Aquí estamos nosotros, los cristianos del Pilar. Hemos venido, no a escuchar una palabra, hemos venido a acoger la Palabra, a darle hospedaje en nuestros corazones, hemos venido a regar la tierra seca y dura de nuestra vida.

Yo sé que hay hermanos que van al pueblo a ver cómo están los campos sembrados o cómo va la casa que están construyendo.

Aquí venimos nosotros los domingos a darle gracias a Jesús por la semilla que hace años plantó en nuestra vida.

Venimos a pedirle al sembrador que nos ayude a dar los frutos buenos de la responsabilidad de padres, de la fidelidad de esposos, de la preocupación de los hijos, del trabajo bien hecho, del amor a la iglesia, de una fe cada día más viva y compartida.

Hay una persona que me llama por teléfono y me dice: mi esposo va a su iglesia los domingos y lo pasa bien, pero no le sirve de nada, no cambia, es más duro que el asfalto.

Jesús nos dice que él se cansó de sembrarlo todo. Sembró en el camino, en las zarzas, en las rocas y en la tierra. Sólo la tierra buena produjo frutos. Y no toda la tierra produjo lo mismo.

El misterio de la respuesta a Dios.

El misterio de la libertad humana.

Hoy, todos sembrados. No todos produciremos los mismos frutos. No todos somos tierra buena.

En cierta ocasión, un reportero le preguntó a un agricultor si podía divulgar el secreto de su maíz, el cual ganaba el concurso al mejor producto año tras año. El agricultor confesó que se debía a que compartía su semilla con los vecinos.

¿Por qué comparte su mejor semilla de maíz con sus vecinos, si usted también entra al mismo concurso año tras año? preguntó el reportero.

"Verá usted, dijo el agricultor, el viento lleva el polen del maíz maduro, de un sembrado a otro. Si mis vecinos cultivaran un maíz de calidad inferior, la polinización cruzada degradaría constantemente la calidad del mío. Si voy a sembrar buen maíz, debo ayudar a que mi vecino también lo haga".

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

A cada petición contestaremos:

"Escucha, Señor, nuestra oración".

  1. Por la Iglesia, especialmente nuestra comunidad parroquial, para que sea terreno fértil, donde germine el reino de Dios, roguemos al Señor...
  2. Por el Papa, los obispos, los sacerdotes y personas consagradas, para que a ellos que se han dedicado a sembrar la Palabra de Dios, el señor les dé fortaleza y les conceda colaboradores, roguemos al Señor...
  3. Por los que trabajan en los medios de comunicación, para que repartan la semilla de la verdad, la honestidad y el respeto a la dignidad humana, roguemos al Señor...
  4.  Por cada uno de nosotros los aquí reunidos, para que la Palabra de Dios eche raíces en nuestros corazones y produzca un fruto cada vez mayor de fe, amor y esperanza, roguemos al Señor...
  5. Por un aumento de vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal, roguemos al Señor...

 

EXHORTACIÓN FINAL

Te bendecimos, Padre, por Cristo, esperanzado sembrador de la semilla de tu reino a pesar de todos los obstáculos.

Jesús fue el primer grano de trigo que, muriendo en el surco, dio una cosecha espléndida de vida y resurrección. Su optimismo nos contagia y estimula a dar fruto abundante.

Abre plenamente nuestros corazones a tu palabra, Señor, para que, por culpa nuestra, no repitamos la yerma esterilidad del áspero sendero, del duro pedregal y de las zarzas inhóspitas.

Haz de nosotros el campo de la cementera de tu reino, para que demos el ciento por uno a base de amor, constancia, servicialidad, desprendimiento y conversión continúa.

Amén.